La pregunta por la "esencia del
cristianismo" ha sido contestada de modos muy diversos. Se ha dicho que lo
esencial del cristianismo es que en él la personalidad individual avanza al
centro de la conciencia religiosa; se ha afirmado asimismo que la esencia del
cristianismo radica en que en él Dios se revela como Padre, quedando el
creyente situado frente a Él directa e inmediatamente; también se ha sostenido
que lo peculiar del cristianismo es ser una religión que eleva el amor al
prójimo a la categoría de valor fundamental. De todas estas respuestas no hay
ninguna que dé en el blanco. De un lado, porque todas ellas angostan la amplia
totalidad de la realidad cristiana, reduciéndola a uno solo de sus momentos, al
que, por una u otra razón, se estima como el más importante o decisivo. Para percatarse de la
insuficiencia de todas estas respuestas, basta considerar el hecho de que casi
siempre es posible oponer a cada una de ellas otra respuesta contraria,
igualmente sostenible e igualmente unilateral.
Lo
propiamente cristiano no puede deducirse de «presuposiciones terrenas, ni puede
determinarse por medio de categorías naturales, porque de esta suerte se anula
lo esencial en él. Si se quiere aprehender esto último, hay que hacerlo
partiendo de su propio ámbito. Hay que preguntar directamente a lo cristiano y
recibir de él la respuesta; sólo así se perfilará su esencia como algo propio y
no soluble en el resto.
El
cristianismo no es, en último término, ni una doctrina de la verdad ni una
interpretación de la vida. Es esto también, pero nada de ello constituye su
esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazareth, por su
existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por una personalidad
histórica.
lo esencial del ser cristiano, además del testimonio que nos dio Cristo con su vida y sus enseñanzas, es creer en la Resurrección de los muertos, como elemento esencial de la fe cristiana. La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos, somos cristianos por creer en ella. (Catecismo de la Iglesia CAtólica)
ResponderEliminarSaborear cada día su Palabra, compartirla, transmitirla y sembrarla, como centro, médula y raiz....es apenas comenzar en Cristo, a entender su esencia......desde mi precario catecismo.
ResponderEliminarUno en Cristo.